Nutrición y salud mental
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como: …Un estado de completo bienestar físico, mental y social, no solamente la ausencia de enfermedad o dolencia (OMS 2001).
La salud mental es más que la ausencia de enfermedad mental: es vital para los individuos, familias y sociedades. Por ello la misma OMS describe la salud mental como, un estado de bienestar en el cual el individuo se da cuenta de sus propias aptitudes puede afrontar las presiones normales de la vida, puede trabajar productiva y fructíferamente y es capaz de hacer una contribución a su comunidad (OMS 2001).
Cuando hablamos de salud mental, en muchos de los casos no, nos imaginamos el papel fundamental que tiene la alimentación en el desarrollo del sistema nervioso, siempre nos enfocamos en que la adecuada alimentación y nutrición favorecen el desarrollo muscular, evita los problemas de malnutrición por déficit o exceso y sabemos que una adecuada nutrición es necesario y vital para nosotros.
En el momento que internalizamos que el proceso de alimentación y nutrición va más allá que ingerir un alimento y que este nos aporte sustancias nutritivas, aplicaremos a nuestra vida una serie de cambios que determinaran un estado de salud óptimo en nuestra familia y en nosotros mismos.
Desde que el ser humano comienza a formarse en el vientre de la madre, un adecuado apoyo alimentario y nutricional hacia ambos puede contribuir a mejorar la estructura y función biológica de la célula neuronal. Es por ello por lo que debemos tener presente que en aquellas personas que son conocidas por presentar alteraciones mentales, la nutrición se abre paso como ciencia integradora y obliga al ejercicio del trabajo multidisciplinario e interdisciplinario.
El cerebro humano se desarrolla de forma más intensa desde el principio del tercer trimestre de la gestación hasta los 2 años. A esta edad, el volumen del cerebro humano ha alcanzado el 80-90 % del tamaño del cerebro adulto. Entre las 24 y las 42 semanas de gestación las estructuras de materia blanca y materia gris siguen un incremento rápido de volumen.
Estudios han demostrado que el cerebro no es un órgano estático, con capacidad predeterminada, sino que posee una gran flexibilidad y dinamismo y sus neuronas tienen la potencialidad de crecer y cambiar constantemente.
La relación de la nutrición con la salud y la enfermedad mental se establece porque el conjunto de reacciones químicas que conservan la plenitud del subsistema cerebral necesita de los nutrimentos, que se obtienen de los alimentos aportados por la dieta.
Ciertamente, la función del cerebro depende de una nutrición adecuada y las variaciones a corto plazo en la cantidad y composición del consumo de nutrientes en individuos sanos influyen en las mediciones de la función cognitiva.
Los efectos psicológicos y neurológicos provocados por deficiencias graves de nutrimentos confirman el papel de la nutrición en la salud mental. En el caso de falta de vitamina B12 presentes en alimentos como huevo, pistachos, cereales integrales, legumbres, yogures, sardinas, quesos, carnes rojas, entre otros, se produce pérdida de la memoria, disfunción mental y depresión.
De forma similar, la deficiencia de folatos presentes en alimentos como los frijoles negros, blancos, hígado, lentejas, guisantes, perejil, repollo, espinacas, semillas de girasol, quinoa, entre otros; puede causar fatiga, confusión, demencia, irritabilidad. Estos y otros nutrimentos de la dieta son necesarios para el mantenimiento normal del tejido neuronal, el folato y la vitamina B12 son fundamentales para el tejido nervioso central y favorecen la regulación del ánimo.
Para concluir podemos decir que; el consumo adecuado y variado de legumbres, vegetales, proteínas de origen animal o vegetal, así como frutas y carbohidratos en las cantidades adecuadas nos permiten disfrutar de una salud mental 100% activa, sana y positiva.
Una excelente fuente de todos los nutrientes cognitivos es una rica sopa de lentejas, con vegetales como los pimientos, cebollino, apio, porros, cebolla, ajo y por supuesto lentejas y un toque de aceite de oliva.

Licda. En nutrición Letty Cárdenas Giménez
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